lunes, 24 de mayo de 2010



Un momento, una hora, un día y un lugar. Dos personas y pasa… ¿Por qué estabas ahí? ¿Por qué yo estaba ahí? ¿Quién une a dos personas? ¿Quién las separa? ¿Quién les dice cuándo es su tiempo? ¿Cuándo sabés que lo es? ¿Cuándo es el momento de decir, hola y adiós? ¿Habrá un adiós? ¿Habrá un te quiero o un te extraño? ¿Un abrazo quizás? Las historias de nuestra vida están llenas de encuentros y desencuentros, de amor y odio, de risas y lagrimas, de silencios y palabras. Algunos creen en un dios, otros en la energía y otros en el destino, nadie tiene la misma “guía” para vivir la vida, ni la misma forma de ver y aceptar las cosas que pasan. Yo creo que aunque halla algo que nos ponga determinadas cosas o personas en el camino, somos nosotros los que construimos nuestro destino. Somos nosotros quienes decidimos desde que nos levantamos hasta que volvemos a la cama, como va a ser nuestro día de hoy.
La vida sin amigos, sin familia y sin un amor sería como caer al vacío. Algunos dicen que el amor es un sentimiento producido por nuestro pensamiento, según lo que pensemos es lo que vamos a sentir; otros dicen que la cabeza y el corazón no se llevan. Yo, lo que sé, es que ese nudo en la garganta, o esas mariposas en la panza, o esa puntada en el pecho, o que el corazón parezca que te salga… me hacen sentir viva; que llorar, extrañar, abrazar a alguien que querés, son las cosas más lindas que existen; que cuando alguien se va de tu vida, el sentimiento de soledad es uno de los más dolorosos que existen y lo que te mantiene en pie son los recuerdos o la esperanza.

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