lunes, 29 de diciembre de 2008

Un amigo verdadero siempre estará aun cuando no lo necesites, es un hermano del corazón, no de sangre, por eso un hermano puede ser tu amigo, pero un amigo siempre será tu hermano. A un amigo verdadero lo necesitas porque lo quieres; no lo quieres porque lo necesitas. Con la gente conocida, hablas; con tus amigos te comunicas. Un conocido te oye, un amigo te escucha con el corazón. Un amigo verdadero no te espera, te busca. No adivina, intuye y tiene siempre la frase exacta con la que tu alma puede florecer de nuevo. Un amigo verdadero te dice las cosas tal cual son, no lo que quieres oír; camina contigo sólo por el placer de hacerlo y te dice siempre la verdad, que es en el fondo lo que tú esperas de un verdadero amigo. Un amigo verdadero no necesita pedir perdón, ni tampoco lo reclama; no busca explicaciones porque sabe que le bastan las que ya posee, y no busca ser comprendido sino comprender. El amigo verdadero trae paz y no desasosiego; es contante no mudable; ofrece y nunca pide y las razones de su corazón son siempre transparentes. Los amigos verdaderos están juntos, aunque estén separados, se dan sombre sin protagonismos y jamás buscan el bien propio, que es casi siempre herencia del egoísmo. Quizá por eso los amigos verdaderos no abundan tanto, pero observando los que tienes, sabes que ya nunca estarás incompleto. Un amigo verdadero es una casa con las puertas siempre abiertas, es la roca firme contra la desesperanza, aquel que no mide su tiempo, porque todo su tiempo es tuyo, el que renueva tu espíritu con el consejo que necesitas. Un amigo verdadero convierte tu tristeza en alegría y es por eso que siempre estará junto a ti. Un amigo verdadero te mira a los ojos, no te observa, te apoya, no te juzga, te habla de frente y no te lastima, está contigo en los tiempos buenos y en los malos, porque finalmente sabe que lo que cuida es una parte sí mismo..Tener un amigo verdadero es como tener un tesoro. Quien tiene más de uno ha multiplicado ese tesoro, el único que no se corrompe ni se destruye, porque está depositado en su propio corazón.

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