miércoles, 24 de diciembre de 2008

Cómo duele. Te conseguí la luz del sol a media noche y el número después del infinito e instalé la osa mayor en tu diadema, y tu seguías ahí como si nada. Endulcé el agua del mar para tu sed, te alquilé el cuarto menguante de la luna y como buen perdedor, busqué en la cama las cosas que el amor no resolvía. Y cómo duele, que estés tan lejos durmiendo aquí en la misma cama; cómo duele tanta distancia, aunque te escucho respirar estas a cientos de kilómetros; y duele quererte tanto, fingir que todo esta perfecto mientras duele, gastar la vida tratando de localizar lo que hace tiempo se perdió. Acabé con los jardines por tus flores, inventé la alquimia contra la utopía y he llegado a confundir con la ternura, la lastima con que a veces me miras. Qué triste es asumir el sufrimiento patético, es creer que una mentira convoque a los duendes del milagro que te hagan despertar enamorada.

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