jueves, 11 de diciembre de 2008
Cada mañana el sol nos dió en la cara al despertar. Cada palabra que le pronuncié lo hacía soñar. No era raro verlo en el jardín corriendo tras de mí, y yo dejándome alcanzar, sin duda, era feliz. Era una buena idea cada cosa sugerida, ver la novela en la televisión, contarnos todo. Jugar eternamente el juego limpio de la seducción. Y las peleas terminarlas siempre en el sillón. Me va a extrañar, al despertar. En sus paseos por el jardín, cuando la tarde llegue a su fin. Me va a extrañar, al suspirar, porque el suspiro será por mí, porque el vacío lo hará sufrir. Me va a extrañar, y sentirá, que no habrá vida después de mí, que no se puede vivir así. Me va a extrañar, cuando tenga ganas de dormir y acariciar.
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